martes, 20 de mayo de 2008

Centenario de un mito entrañable de Hollywood

Hoy se cumplen cien años del nacimiento de James Stewart, emblema del cine clásico y de las películas de Hitchcock y Frank Capra


James Stewart, emblema de la época dorada de Hollywood, cumpliría hoy cien años. Ícono del cine clásico y de las obras de Frank Capra (Qué bello es vivir) y Hitchcock, con quien interpretó varias de sus obras maestras (Vértigo, La ventana indiscreta), supo sacar adelante roles complejos con clase y elegancia.

Pocos tuvieron su estilo refinado y se le cita en cualquiera de las listas de los mejores actores del celuloide, algo siempre sujeto al terreno de la subjetividad. Y es porque James Stewart gozó de una de las carreras más brillantes que se recuerdan. De la comedia romántica al western, del drama al 'thriller' más apasionante, no hubo género que se le resistiera y en el que encajase como un guante a lo largo de seis décadas en la profesión.


Pieza indispensable en las trayectorias de directores como Alfred Hitchcock (La soga, El hombre equivocado), Frank Capra, John Ford o Anthony Mann, 'Jimmy', como se le conocía en EE.UU., brilló en El bazar de las sorpresas (1940), de Ernst Lubitsch; Historias de Filadelfia (1940), de George Cukor, y Anatomía de un asesinato (1959), de Otto Preminger. Tres piezas luminosas del cine en blanco y negro. Por la segunda incluso la Academia le concedió el Oscar al mejor actor, gracias al papel de Macaulay Connor, el dicharachero escritor que se enamora de Tracy Lord, personaje interpretado por una irresistible Katharine Hepburn.

Para entonces ya había sido candidato al Oscar por Caballero sin espada (1939), de Capra, y años después volvería a repetir candidatura por la inolvidable ¡Qué bello es vivir! (1946), uno de los máximos logros de Capra; por El invisible Harvey (1950), de Henry Koster, y por el filme de Preminger.

"La película en sí misma no tiene nada de excepcional", escribió una vez el actor sobre '¡Qué bello es vivir!', que él mismo consideró su cinta preferida de entre las más de 80 que rodó. "Es simplemente sobre un tipo ordinario que descubre que vivir cada día de forma honorable, con fe en Dios y preocupándose por los demás, puede ser una vida maravillosa".

De joven, pasó de los teatros de Broadway a ser un terrible seductor y 'playboy' junto a su amigo Henry Fonda tras llegar a la meca del cine a finales de la década de 1930. Pero poco después decidió alistarse en el Ejército y se convirtió en el primer gran actor en vestir un uniforme militar durante la II Guerra Mundial.

Su participación en ella le alejó durante cuatro años de los platós. Alcanzó el grado de Brigadier General en la fuerza aérea de EE.UU. y fue condecorado con la Medalla del Servicio del Aire, la Cruz de Vuelo Distinguido y la Cruz de Guerra francesa, entre otras.

La fogosidad con la que llegó a Hollywood se diluyó tras regresar del conflicto y conocer a Gloria, ex modelo con la que contrajo matrimonio a los 41 años y de quien no se separó hasta la muerte de ésta, a causa de un cáncer de pulmón, en 1994.

En lo que nunca cesó fue en su activismo político. De sobra conocido fue su manifiesto apoyo al movimiento anticomunista de Hollywood a finales de la década de 1940, así como su respaldo a los presidentes estadounidenses Richard Nixon y Ronald Reagan.

Vértigo (1958), la obra maestra de Hitchcock

Con todo conseguido en su vida, recibió en 1985 el Oscar honorífico. Murió el 2 de julio de 1997, un día después del fallecimiento de otro ilustre de Hollywood, Robert Mitchum. "EE.UU. ha perdido hoy un tesoro nacional", dijo entonces el presidente del país, Bill Clinton.

A cien años de su nacimiento, el 20 de mayo de 1908 en Indiana (Pensilvania), y a once de su deceso, el cine recuerda a Stewart como el actor que supo plasmar a la perfección al tipo medio estadounidense y que recordó al espectador que cada vida, por mundana que pueda parecer, es única.

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